lunes, 28 de mayo de 2012

¿Es necesaria la filosofía y su enseñanza en la actualidad?


Existe en la actualidad la opinión generalizada de que la filosofía “no sirve para nada”, junto con la idea de que el sistema educativo debe formar ciudadanos productivos, es decir, seres humanos competentes en el funcionamiento del sistema económico y el sistema político, esto hace que la pervivencia de la filosofía en los planes de estudios preuniversitarios se encuentre en peligro constantemente. Si confesamos de entrada que la filosofía no es una ciencia sistemática, carece de aplicaciones productivas y, lo que es más, introduce la duda y el debate acerca de la identidad personal, el vínculo social y sobre los valores en que se asienta el sistema político, parecerá que damos argumentos para su marginación; ni el estado ni las personas se sentirían tentados a pagar por el ejercicio profesional de esta actividad.
Las sociedades actuales requieren para su funcionamiento el trabajo de profesionales calificados de todo tipo, y debo decir que además el avance de las investigaciones y la técnica es tal que resulta necesario la constante actualización de conocimientos. Es aquí en donde los críticos a la enseñanza de la filosofía cuestionan que dado este contexto ¿cuál es el lugar de la filosofía en una sociedad como esta?
En primer lugar vale la pena pensar que no toda filosofía ha funcionado socialmente como un saber crítico, algunas filosofías en momentos históricos diversos han funcionado como herramienta para legitimar algunos ordenes sociales y políticos. Del mismo modo es importante reflexionar que la filosofía ha contribuido poderosamente a dar forma a las creaciones humanas, ha permitido que las personas tengan una capacidad configuradora del mundo. En este sentido las sociedades complejas actuales son en buena medida producto de la acción racionalizadora de la filosofía, y en esto es que se puede encontrar tanto un argumento a favor de su enseñanza como uno en contra.
La filosofía es necesaria en la socialización de las personas, particularmente de los jóvenes, ayuda ineludiblemente a comprender el mundo en que se insertan y que los configura como son ayudándoles a cobrar conciencia conceptual sobre ciertos modelos de racionalidad, a comprenderse a sí mismos como son y a tornarse críticos al respecto de su propia realidad y la realidad social que les atraviesa. Este punto es de suma importancia para entender de qué forma es pertinente la enseñanza de la filosofía sin que ésta se convierta en esa arma de doble filo de la que hable algunas líneas atrás. La dimensión crítica de la filosofía entendida como un valor positivo (crítico vs. dogmático) es aquello que esencialmente debe considerarse fundamental para la formación de los seres humanos, es lo que permite cuestionar a la filosofía misma al respecto de sus posibles legitimaciones que van más allá de ella.
Esta capacidad crítica de la filosofía es lo que nos permite separar o distinguir al filósofo de sus eventuales utilizaciones ideológicas, hay algo en el ejercicio del pensamiento filosófico que trasciende siempre los límites de cualquier ideología, es justo la capacidad crítica lo inseparable de todo ejercicio argumentativo. Entonces ¿no es acaso una posición dogmática la que toman los críticos de la enseñanza de la filosofía al mostrar su intención “productivista” y valorar la filosofía y su transmisión como algo superfluo? En lo personal, justamente lo que muestra este tipo de posturas es su enorme necesidad de la filosofía.
La sociedad necesita el estudio de la función crítica y racionalizadora de la filosofía para hacer posible la comprensión de su propio funcionamiento; esta labor solo puede ser realizada transmitiendo en primera instancia sus propias realizaciones enmarcándolas en una tradición, esto quiere decir, permitirle el acceso al estudiante a la historia de las ideas para en un segundo momento invitarlo a hacerse consciente de los modelos axiológicos en los que está inmerso y que lo ayudaran a construirse como un individuo crítico de su propia realidad.
Aquí me parece pertinente recordar a Deleuze en su texto ¿Qué es la filosofía?[1] En donde al hacerse la pregunta esencial por la filosofía dice que la filosofía es creación de conceptos, y el concepto es un tubérculo, siempre móvil y mutable; todo concepto nace de una experiencia singular. El concepto es un acto de creación y la filosofía tiene como medio de expresión justamente eso, los conceptos. La creación de pensamientos es una forma de arte, todo concepto es un dispositivo de experimentación y es a la vez experiencial. Como he mencionado anteriormente en esta sociedad tecnologizada se tiende a pensar en la reflexión filosófica como algo innecesario y ocioso, se da prioridad a aquello que tiende a un fin productivo, algo así como una teleología material. La respuesta que daría Deleuze al respecto es que justamente no existe punto de partida ni de llegada, aquello que realmente importa es el instante, el ENTRE, eso es lo que transforma, el pensamiento filosófico es en sí ya un acto intensivo. Los conceptos son aerolitos no mercancías. Ahora bien, para llegar realmente a tener ideas genuinas hay que tener cierta formación en el tema, en este caso filosofía, hay que tener claro que tener una idea es un acontecimiento, no es común, y esto se logra únicamente en la preparación contante en la tradición filosófica, de lo contrario lo que tendríamos como resultado sería únicamente una serie de ocurrencias. Sólo en la técnica puede haber imaginación, es por ello que la enseñanza de la filosofía, de la historia de la misma, se vuelve algo fundamental para poder desarrollar a partir de ello ideas propias. La filosofía es un acto de creación y la creación es siempre un acto de resistencia. Y claramente la idea necesita agenciarse o materializarse para trascender, para servir como detonador. Es en esta forma en que la filosofía se convierte en actualmente necesaria, es indispensable dejar atrás el paradigma de pensamiento como simple reflexión inútil, y entender que el pensamiento es en sí un acto de creación.
La filosofía además es un acto de formación de seres humanos idealmente conscientes, y formar es más que conocer, es un modo de percibir y de actuar que articula la personalidad del sujeto, y supone que ese sujeto es una totalidad que se autodetermina. Formarse es reconocer en lo extraño lo propio y hacerlo familiar, es el movimiento esencial por el que accedemos a la humanidad plena, es por ello que nos formamos apropiándonos del lenguaje, las costumbres, los conocimientos e inclusive de las creencias de la sociedad a la que pertenecemos. Entonces formarse no es únicamente la adquisición de conocimientos, sino también el desarrollo de la sensibilidad y el tacto, con nuestra capacidad de experiencia estética y de discernimiento histórico.
Es la filosofía lo que debe permitir una ruptura con la creencia de que el conocimiento científico es la única vía de acceso a la verdad y lo que permite que los sujetos se conviertan en máquinas productoras de riqueza.
La filosofía está comprometida a repensar los postulados de acciones sociales con sentido crítico, con una política participativa y con una racionalidad compatible con la libertad.
Para concluir entonces, en definitiva la enseñanza de la filosofía no sólo es actual, es necesaria para coadyuvar a construir individuos capaces de cuestionarse al respecto de su lugar en el mundo, para insertarse en una sociedad que se presenta llena de nuevos retos y por lo tanto de nuevos paradigmas, dignos de ser puestos siempre en cuestión, para desarrollar ideas propias y llevar a cabo acciones conscientes transformadoras de su propio entorno.

Priscilla Bulnes


[1] Deleuze, Guilles, Guattari. Qué es la filosofía? Trad. Thomas Kauf Url: http://es.scribd.com/doc/63115/Deleuze-Y-Guattari-Que-Es-La-Filosofia

1 comentario:

  1. Tu entrada toca, por supuesto, uno de los temas que motivaron el proyecto que emprendimos en este semestre. Sin embargo, parece una discusión realizada sin tomar en consideración todo el trabajo hecho a lo largo del semestre, pues no hoy ninguna alusión a él, ni tampoco, una referencia a la discusión de fondo sobre la representación de la filosofía. Eso hace que, si bien es una entrada válida, interesante -aunque me parece sin entrar en complicaciones de ningún tipo- termina por ser más bien un soliloquio.

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